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El Folies Bergére de París en el Teatro Opera de Buenos Aires Año 1954

Las imagenes reproducen el programa de lujo de la presentación del Folies Bergere en Buenos Aires, Teatro Opera Año 1954. El original pertenece a la colección privada de Roberto Famá coleccionesteatrales@gmail.com

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Se inicia la temporada del año 1954 y el Teatro Opera apuesta fuerte; el Folies Bergére de París se muda a su sala; el mundo del Music Hall francés instalado en la calle corrientes con todo lo que semejante espectáculo significa en términos de “logística” Todo el Folies se mudó al Opera de Buenos Aires y aquí en este blog está ahora, para que algo de ello lo podamos revivir con fotos inéditas en internet (hasta ahora) y el detalle de cada acto, publicado en el Programa de Lujo (existió el programa de mano común que se entregaba sin cargo y el programa de lujo que se vendía a $ 6.-) que hoy reproducimos aquí:

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Las imagenes reproducen el programa de lujo de la presentación del Folies Bergere en Buenos Aires, Teatro Opera Año 1954. El original pertenece a la colección privada de Roberto Famá coleccionesteatrales@gmail.com
El mítico director del Folies Bergére, Paul Derval, asumió ese cargo en 1918 y durante cuarenta años marcó la historia del Music Hall

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70 maquinistas, 18 electricistas, otros tantos tramoyistas, un equipo de tapiceros, carpinteros, unas veinte auxiliares generales, un tropel de limpiadores, vestidores, etc. Más de 350 personas no artistas trabajando al servicio de los artistas. El Folies es un verdadero hormiguero donde cada actividad es una pieza de un preciso mecanismo de relojería.
Las imagenes reproducen el programa de lujo de la presentación del Folies Bergere en Buenos Aires, Teatro Opera Año 1954. El original pertenece a la colección privada de Roberto Famá coleccionesteatrales@gmail.com

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"La primera mujer desnuda del Folies Bergére era una deliciosa rubia, de opulentos encantos y rizada como un cordero. El día que salió al escenario por primera vez, hubo un silencio petrificado en la sala, luego un inmenso suspiro de admiración. Una nueva historia se abría en la vida del Folies Bergére. Esta pionera nunca se dió cuenta de su importancia histórica. Se contentaba con llegar cada noche a la escena, en un carro florido, vestida única y exclusivamente con una corona de flores sobre su cabeza y su sonrisa. Personificando al amor, se limitaba a lanzar algunas flechas. Una de esas flechas debió alcanzar el corazón de un asiduo espectador que era oficial de justicia; se casó con él y tuvo dos hijos." Memorias de Paul Derval - Fragmento
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Sabemos que allí, en París, en los cincuenta, la pasarela de mando estaba situada a la derecha del escenario. Es el puesto del Director General y es el verdadero centro nervioso del Folies Bergére, seguramente es lo que han mudado al Teatro Opera con mayor esmero, es que no eran los cincuenta tiempos de equipos computados; el Director General tiene delante treinta y seis cuadrantes, cinco teléfonos, seis micrófonos, es como el comando de la nave del espectáculo. Los ojos fijos sobre la planilla y el plano en el que el espectáculo está anotado con precisión de segundos, y no es una manera de decir, todo está perfectamente cronometrado: un error de sólo quince segundos significaría un desastre total. El Director desde allí envía sus órdenes a todas partes: una serie de parlantes lo comunica con cada camarín, con administración y con los tramoyistas Desde allí ordena todo; da la señal para cada movimiento de decorados, de efectos y sonidos, él ordena la orquesta con un botón. Gobierna cada noche 5.493 luces. El teclado de timbres no tiene menos de 72 comandos, imaginemos la rapidez visual que debía tener y la atención necesaria para no olvidar nada y no equivocarse.
Las imagenes reproducen el programa de lujo de la presentación del Folies Bergere en Buenos Aires, Teatro Opera Año 1954. El original pertenece a la colección privada de Roberto Famá coleccionesteatrales@gmail.com

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¿Cómo armaban semejante espectáculo? ; El mismo Paúl Derval lo cuenta en sus memorias: “Se necesitan diez meses de preparación para una revista. Son diez meses de un trabajo intenso, con arrebatos de exaltación, crisis de desesperación, los nervios a flor de piel y la cabeza ardiendo… Por mi última revista, mi autor, Michel Gyarmathy, estuvo dieciocho días sin poder volver a su casa. Se arreglaba y cambiaba de ropa en un camarín del teatro, se alimentaba de sándwiches, dormía algunas horas sobre una butaca; pero por todo el oro del mundo; no le habríais hecho dejar el Folies.
Mi mujer, que se ocupa activamente de todos los talleres de costura, es también una “contagiada”. La he visto veinte veces o más, subir y bajar al escenario estando enferma. Todo el personal, realiza un esfuerzo considerable. Durante el último mes de ensayos, el Folies no es más que un inmenso campo atrincherado. Desde mi fiel Administradora, la señora Marisé, hasta el más humilde de los empleados, todos son alcanzados por el mismo fuego sagrado. Se trabaja desde el sótano hasta el desván, es una enorme colmena. Aquí se ensaya, allí se prueban los trajes, los electricistas trabajan en las luces y la orquesta en la música. Hay que probar la maquinaria, preveer las conexiones y por fin montar la revista.
Al ver a mi mujer debatiéndose entre un montón de telas: terciopelos, sedas, muselinas, entre montañas de encajes, de plumas y lentejuelas; al descubrir a Gayrmathy en medio de tarros de pinturas multicolores y pinceles, en un desorden indescriptible; al seguirme afiebrado, desde el escenario a mi oficina, donde debo pensar al mismo tiempo, en preparar la publicidad, en equipar cuarenta decorados, en fijarles el movimiento, en redactar comunicados de prensa, establecer los programas de ”estreno” …¡Qué lejos está la imagen clásica del director, confortablemente sentado en un gran sofá, rodeado de un enjambre de mujeres desnudas, bebiendo champagne.!”
Las imagenes reproducen el programa de lujo de la presentación del Folies Bergere en Buenos Aires, Teatro Opera Año 1954. El original pertenece a la colección privada de Roberto Famá coleccionesteatrales@gmail.com
"Cuando encargo lentejuelas, son veinte o treinta millones cada vez. La tela necesaria para los trajes se encarga no por metros, sino por kilómetros. Una vez encargué 17 km de cinta para hacer ejecutar una cortina especial. Hay dos talleres de costura; uno se ocupa únicamente del cuidado de los trajes, el otro de hacer los nuevos, con máquinas de coser eléctricas, máquinas de bordar, máquinas de tejer, etc. Hay también una tintoreria instalada en el teatro. " Paul Derval - Sus memorias- Fragmento
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En el Folies Bergére cada vestido es elegido uno por uno, luego hay que verlos en conjunto para juzgar los contrastes. Hacen falta mil o mil doscientos trajes, en cada revista, las horas de costura y los miles de metros de telas son incalculables. Cuando todos los trajes están terminados, se convoca al conjunto de vestidoras, modistas, sastres, sombrereros, zapateros, lenceras, bordadoras, plumajeras, etc… y para estar seguros de que todos los artistas estén ahí, se convoca también a los fotógrafos para las tomas del elenco. A las ocho horas comienza el desfile que se prolonga hasta la medianoche y durante más de un día. Durante todo ese tiempo el Folies es un mundo de pruebas. Además están reunidos allí los obreros que hacen rectificaciones, el autor, el administrador, secretarias y desde luego el Director de Escena. Todos van desfilando uno después de otro y nadie se retira hasta el final. Se exige que todo el mundo esté en traje de escena, aún si éste no está terminado y puede resultar gracioso ver a la reina de Francia desfilando por el escenario con un gran manto y sólo un pequeño slip debajo.

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En el Folies hubo siempre dos grúas capaz de levantar cada una de ella, decorados de cinco toneladas de peso. Los trucos siempre fueron parte importante del espectáculo; una araña de luces de una tonelada, por ejemplo, colgando sobre la escena con cuatro figuras humanas de bronce, que al promediar el espectáculo la figuras comenzaban a moverse al compás de la música ya que eran mujeres desnudas de carne y hueso con sus cuerpos pintados de bronce. Animales, como pavos reales o serpientes también visitaron el escenario del Folies, escenarios que se inundan o una lluvia interminable de lentejuelas. En esos años cada espectáculo montado no costaba menos de 150 millones de francos.
Las imagenes reproducen el programa de lujo de la presentación del Folies Bergere en Buenos Aires, Teatro Opera Año 1954. El original pertenece a la colección privada de Roberto Famá coleccionesteatrales@gmail.com

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En el Folies no hay problemas de cartel, Paul Derval cuenta que se quitó ese problema de encima y que la estrella del Folies es el Folies, siempre el nombre de sus espectáculos en las marquesinas, incluye 13 letras únicamente y debe destacarse la palabra Folies, una marca más que registrada.
Su larga historia así lo demuestra:


El Folies Bergere fuente también de inspiración del pintor Edouard Manet.
"El Bar del Folies Bergere" de Edouard Manet - Oleo 96x130 cm

El Folies Bergère es el más famoso cabaret de París, que tuvo su mayor esplendor desde los años 1890 hasta finales  del siglo XX, como consecuencia de la relativa desafección del público por los espectáculos de revista, el teatro pasó a ser utilizado para comedias musicales, actuaciones de grupos de baile, etc. Ubicado en la calle Richer número 32, en el noveno distrito de París, fue construido como un teatro para ópera por el arquitecto Plumeret. Abrió sus puertas el 2 de mayo de 1869 con el nombre de Folies Trévise (por la cercana calle Trévise), incluyendo operetas, ópera cómica, música popular, y acrobacias. Cambió su nombre el 13 de septiembre de 1872 debido a las quejas del duque de Trévise, que no quería ver su nombre asociado a una sala de espectáculos. Para evitar estos problemas se elige el nombre Bergère (pastora), también de una calle cercana, que no era un apellido.

 Algunos artistas que actuaron en el Folies Bergère

Joséphine Baker, bailarina y cantante afroamericana expatriada. En 1925, hizo trasnochar al auditorio bailando con una pequeña falda hecha de plátanos. Sidney Bechet, clarinetista de jazz estadounidense. La Bella Otero, bailarina y cantante española. Bellydance Superstars, bailarinas de la danza del vientre. Charlie Chaplin, actor británico. Maurice Chevalier, actor y cantante. Colette, actriz. Damia, cantante. Norma Duval, vedette. Fernandel, actor y cantante. W. C. Fields, actor cómico. Loïe Fuller, bailarina. Jean Gabin, actor y cantante. Grock, clown. Stan Laurel, actor. Claudine Longet, cantante. Jean Marais, actor. Mata Hari, bailarina de striptease. Cléo de Mérode, bailarina. Mistinguett, vedette. Rita Montaner, vedette y actriz cubana. Yves Montand, cantante y actor. Édith Piaf, cantante. Liane de Pougy, bailarina. Yvonne Printemps, cantante y actriz. Jean Sablon, cantante. Frank Sinatra, cantante y actor. Charles Trenet, cantautor

Joséphine Baker bailando el Charleston en el Folies (1926)